Mi pregunta a Capdevilla: ¿Cómo podéis ayudar los padres a ese salto intelectual, cualitativo, que deben dar los hijos en los años universitarios? Fue una experiencia participar en La Sexta Noche: me cambiaron el nombre, me pusieron como catedrático sin yo decirlo (estoy acreditado, pero soy profesor titular, y así se lo dije) y limitaron mi exposición a 20 segundos. Además, salí a las dos de la mañana. Pero fue una oportunidad plantear a un padre, escritor y tan buen divulgador como Carles Capdevilla uno de los problemas que tiene la docencia universitaria. Los profesores estamos relativamente solos en ayudar a que los universitarios piensen más y mejor porque los padres están más preocupados por el plazo corto que por el largo. En lugar de impulsar el salto intelectual de sus hijos al entrar en la universidad, se preocupan más de sus juergas, de lo exaltadas que están sus feromonas y de su progresiva pérdida de importancia en la vida de sus vástagos. Pero eso pasa, y lo que queda en el largo plazo son las capacidades que han aprendido, que les servirán para toda su vida. El objetivo de un padre debe ser que su hijo le supere, como el de un profesor universitario: que su alumno piense diferente, sepa más y que, en su caso, llegue a contradecirle.
En fin, pongo el texto completo que había redactado para esa pregunta en LaSextaNoche
Hola Carles, Yo veo mi función opuesta a la tuya: tú sientes que debes “intentar controlar,” a tus hijos mayores y yo creo que mi obligación como profesor universitario es fomentar que se desmadren: que den rienda suelta a las muchas ideas que rondan por la cabeza. Tienen inquietudes intelectuales, y muchas, y deben aprender a pulir ideas, a estructurar argumentos, a diseñar sus propios proyectos… la de empresas que han nacido haciendo y discutiendo trabajos para un profesor, y no sólo las que conocemos de la web. Esa es la función de la universidad: que el alumno acabe superando al profesor. Mira, precisamente en unos días tengo la presentación de un libro de un alumno mío que sabe mucho más que yo de la Guerra Civil, sobre lo que yo de di clases hace años. Es el objetivo de todo profesor universitario.
Nosotros ya no damos certidumbres como en Bachillerato, no tenemos que preguntar partes de la célula ni formulas matemáticas. Los exámenes no han de ser de memorización y por eso mis estudiantes pueden utilizar libros, internet y demás en los exámenes. Y ahí viene el problema, porque en ocasiones noto que los alumnos prefieren volver al sistema que han conocido de toda la vida y que les pida repetirme lo que se les ha dicho en clase; un poco como el animal que prefiere seguir encerrado cuando le abren la jaula. Lo comprendo, en un examen de memorización, cuantas más horas de estudio se saca mejor nota. Pero no en uno donde hay que argumentar. Hace falta tiempo para acoplarse a este tipo de exámenes, estudiar de forma diferente; ese día puedes haber dormido mal, igual no sale la chispa, puedes tener un día espeso o yo mismo puedo no darme cuenta que el alumno domina el tema… La calificación puede ser más injusta, pero es que la vida fuera de la universidad es así, los premios o los fracasos no tienen porqué corresponder con el esfuerzo dedicado.
Y aquí viene mi pregunta ¿Cómo podéis ayudar los padres a ese salto intelectual, cualitativo, que deben dar los hijos en los años universitarios? Perdona que te apunte mi opinión: el nudo gordiano es la obsesión por las notas, que para muchos son como el PIB para explicar la marcha de la economía. Son su único marco de referencia; los padres van a protestar a los profesores cuando sus hijos suspenden, pero no se quejan si sus hijos no saben defender en público argumentos, ni porque tienen opiniones superficiales ni, yo que sé, porque se creen todos los bulos de internet. Y con la obsesión por las notas descuidamos, pienso yo, lo más importante, que los chavales piensen. Que sepan pescar, vaya