Tesis 2007

Introducción

Dos acontecimientos a mediados de la década de 1930 trastocaron definitivamente la veterana comunidad española en Filipinas, la Mancomunidad y la Guerra Civil. La Mancomunidad fue proclamada en Filipinas el 15 de noviembre de 1935 y dio comienzo un período transitorio de diez años que fijaba una fecha para la independencia. La Guerra Civil estalló en España, apenas nueve meses después, el 17 de julio de 1936 y duró tres años. El primero de esos acontecimientos fue planificado y duró los diez años previstos mientras que el segundo no; además, nadie pensó en un principio que fuera a prolongarse por tanto tiempo. Pero los dos acontecimientos coincidieron no sólo en el tiempo, sino en sus numerosos sobresaltos, en los cambios bruscos de expectativas y en afectar a la comunidad española en Filipinas.

De hecho, la coincidencia de estas dos coyunturas, ya fuera por su impacto por separado como por la sinergia producida, desencadenó el golpe más importante a la comunidad española en Filipinas, que naciera en el siglo XVI, a raíz de la llegada de Miguel López de Legazpi a este archipiélago. Su liderazgo, su fortaleza económica, su composición interna y su irradiación hacia el resto de la sociedad fueron profundamente afectados por la Guerra y la Transición. Con unos resultados que resultaron devastadores; superando incluso los problemas derivados del final de la soberanía española en las islas, en 1898.

1. Contenido del estudio

          El 1 de abril de 1939, el día que acabó la Guerra Civil, la comunidad española era muy distinta de la que había vivido su estallido, menos de tres años antes. Por un lado, estaba desquiciada por la multitud de disputas internas, envíos de ayuda y movilizaciones a favor de cada bando; por el otro, su futuro se presentaba cada vez más difícil ante las decrecientes expectativas de viabilidad para Filipinas tras la independencia, tanto en el plano económico como estratégico.

Este estudio trata de la evolución de la comunidad española en Filipinas durante ese período de tres años caracterizado por su intensidad militante y por esas sombras cada vez más negras sobre el futuro de España y Filipinas. Tres son las fases en que se desarrolla, explicar su situación previa, detallar lo ocurrido durante ese período y analizar su significado.

1.1. Comunidad española

La comunidad tenía interesantes peculiaridades. Tras haber recibido un buen número de inmigrantes a lo largo del siglo XX, la comunidad estaba compuesta oficialmente de un número cercano a las diez mil personas, aunque menguando progresivamente, en especial, por la filipinización. Su tamaño era reducido en comparación con otras comunidades españolas expatriadas, en especial en América Latina; la escasez de gallegos, canarios, andaluces o extremeños no favoreció estos flujos, como tampoco las dificultades aduaneras o el coste del viaje en barco. No obstante, su nivel educativo relativamente alto y los excelentes márgenes de negocio del comercio con Estados Unidos permitían un nivel de renta media superior al de las otras colonias en Latinoamérica. La bonanza económica caracterizaba la comunidad española.

A mediados de la década de 1930, sus perspectivas eran positivas. En medio de ese poderío económico, la comunidad y sus empresas estaban viviendo un relevo generacional que permitía contemplar con esperanzas su futuro dentro de un país próspero e independiente.  Su posición dentro de esa futura república descolonizada era vista con optimismo por la amplia proyección de la comunidad hacia el resto de la sociedad.

La concentración geográfica era su anormalidad en relación con las otras comunidades en América Latina. En buena parte por el idioma, los ciudadanos españoles tendían a estar reunidos en barrios donde también residían con toda la suerte de filipinos hispanistas que compartían con los españoles una identidad basada en el idioma, la cultura o la religión, y frente a los que la posesión de una nacionalidad u otra, o una clase social, podría ser secundario. Esa aglutinación favorecía a la comunidad, también, para impulsar una identidad propia frente a otros grupos de población en el mismo país, ya fuera en el uso de la lengua, el apoyo a la iglesia católica o la asistencia a un tipo concreto de espectáculos, como la sarswuela o zarzuela. Imbricada como estaba con el resto de la sociedad, ello favorecía su participación en el debate de esos años sobre el futuro de las Filipinas, especialmente candente. Frente a los que enfatizaban la identidad asiática de Filipinas y los que deseaban las cultura y la tradición de Estados Unidos, los hispanistas, tanto españoles como filipinos, defendían una mayor vinculación de la futura República independiente con el mundo hispano, ya fuera España o América Latina. La comunidad española, en definitiva, era el grupo de expatriados con una mayor imbricación con el resto de la sociedad y su evolución afectaba más que otras a la sociedad filipina.

 

1.2. Hechos desencadenados

Los hechos desencadenados a raíz del 25 de noviembre de 1935 y después del 17 de julio de 1936 fueron especialmente intensos para la comunidad española, pero también para la relación con España del resto de la sociedad filipina.

Dentro de la comunidad española, en primer lugar, porque la movilización en apoyo a sus correligionarios en la península fue continua desde el mismo estallido de la rebelión, tanto en dinero como en soldados o propaganda, alcanzando una magnitud nunca vivida anteriormente. Las cantidades recaudadas, los soldados enviados a luchar y la propaganda difundida en esos años fueron significativas, especialmente si tenemos en cuenta su pequeño número. Los conflictos internos dispararon esa movilización porque a las tensiones entre republicanos y nacionales se sumaron las disputas internas dentro del propio bando rebelde, tras fundarse una sección de Falange Española.

En la sociedad filipina, en segundo lugar, porque la Guerra Civil también afectaba las perspectivas de su independencia. El conflicto en España multiplicó los temores que ensombrecían las perspectivas de la futura República Filipina, puesto que a pesar de la distancia las amenazas se podían ya entender en clave mundial, como el comunismo o el fascismo. Además, fue el prólogo de la guerra que estalló a las puertas de Filipinas apenas un año después, la Sino-Japonesa. Eran discutibles tanto esas amenazas como las proyecciones sobre el futuro del país, pero la imagen de España fue gravemente perjudicada en esos momentos. La creciente penetración en China permitió tanto valoraciones positivas como negativas de Japón, por ejemplo, pero la Guerra Civil supuso, básicamente, un fuerte deterioro de la consideración hacia lo español en Filipinas. España pasó a emitir imágenes de caos político, violencia o masacres que habían de dañar la percepción de todo el país independientemente de quién fuera el vencedor y cuando Filipinas precisamente buscaba referencias para su futuro.

          Las tres principales peculiaridades de cómo la Guerra Civil española se vivió en Filipinas pueden señalarse de esta forma. En primer lugar, la coincidencia con el proceso de independencia en el país de adopción. En segundo lugar, el predominio absoluto de pro-nacionales frente a pro-republicanos, tanto en personas como en dinero, comparable sólo con algunas pequeñas comunidades en Latinoamérica. En tercer lugar, la diversidad ideológica originaria entre los pro-rebeldes, muy parecida a la existente en la península, salvo por la ausencia de militares.

 

1.3. Transformaciones a largo plazo

La tensión vivida en Filipinas tuvo consecuencias irreversibles. Al contrario de lo ocurrido en otros países de Latinoamérica, ni la prosperidad ni la influencia social de la comunidad han podido nunca recuperarse, como tampoco la imagen de España. Los enfrentamientos entre nacionales y republicanos fueron recurrentes en las comunidades españolas expatriadas, pero en Filipinas los republicanos criticaron denodadamente la colonización española sin levantar una alternativa que reflejara los aspectos más positivos de la identidad hispana, que ellos recalcaron. Destruyeron, pero no construyeron. El fenómeno del desafío falangista a las autoridades tradicionales, por su lado, también se dio en Europa, dentro de cada país con aspiraciones totalitarias, y en algunas comunidades de América Latina, pero la intensidad de las disputas intra-nacionales en Filipinas permitió que la sociedad pudiera observarlas. Además de perderse en los debates ideológico-personales, los Filipinos observaban, sobre todo, con perplejidad. La valoración del legado español también fue dañada en todos los países americanos, pero el menor uso del idioma español en Filipinas permitió una identificación especial con el país colonizador, y forzó un juego distinto en las identidades que permitía un alejamiento de lo hispano que significaba acercarse a lo estadounidense.

La mezcla del estallido de la guerra en España y del comienzo del proceso de construcción de un nuevo país, en definitiva, desencadenaron  una serie de acontecimientos cuyas consecuencias superaron ampliamente el año 1939 e incluso la independencia en 1946. En un plano limitado a la comunidad española, los grados tan extremos en la disputa y la diversidad de conflictos llevaron a que la comunidad española en Filipinas desviara sus preocupaciones durante la Guerra Civil hacia objetivos inmediatos, y con ello desperdiciara esfuerzos que debía utilizar para prepararse ante su futuro. La disputa político-social dio al traste con el poderío tan importante de la comunidad, a resultas de la insuficiente defensa de sus propios intereses ante la independencia, ante la incipiente crisis económica en Filipinas y ante la competencia de otras empresas. En el plano más general de la sociedad filipina, el cambio de la imagen de lo español condujo a evaluar negativamente las contribuciones hispanas a su identidad. Además, los acontecimientos posteriores al final de este estudio, como la magnificación del peligro falangista por parte de Estados Unidos y la ocupación japonesa de Filipinas, ayudaron a descarrilar definitivamente la posibilidad de recuperación de estos daños.

 

2. Bibliografía      

Hay muchos estudios sobre la Guerra Civil en el exterior y sobre la marcha de Filipinas en pos de su independencia, pero no hay ningún trabajo dedicado al impacto de la Guerra Civil en Filipinas o a la Comunidad española en este archipiélago ante su independencia. No obstante, es posible encontrar un buen número de trabajos sobre los individuos y los procesos tratados en este trabajo, además de las referencias en historias generales de Filipinas. Este apartado comienza repasando los temas tratados en otros estudios para pasar a realizar consideraciones sobre las carencias generales, acabando con la documentación consultada para este estudio.

2.1. Estudios previos

La comunidad española en Filipinas ha sido objeto de cuatro estudios, aunque ninguno todavía ha analizado su devenir completo. De la época moderna, Antonio García-Abásolo ha sido el único investigador que le ha dedicado sus esfuerzos, utilizando la documentación en el Archivo de Indias, y sobre lo que ha publicado un buen número de trabajos. Los otros tres trabajos han estado centrados en el siglo XX, Moisés Llordén (1995) ha estudiado en un artículo su asociacionismo a comienzos del siglo, y dos trabajos están centrados en la ocupación japonesa, el artículo del profesor de la Universidad de Ibaraki, Fukasawa Yasuhiro (2002), y el libro de Daniel Arasa, Los españoles en la guerra del Pacífico (2001), de carácter divulgativo. En un plano general, el impacto económico del cambio de régimen en las empresas españolas ha sido estudiado por Gervase Clarence-Smith (“The impact of 1898 on Spanish Trade and Investment in the Philippines,” 2000) y por quien suscribe (“Spanish Companies in the Philippines after the Revolution,” 1998). Sobre las instituciones de la comunidad, únicamente Lourdes Brillantes ha realizado un estudio para su libro Lourdes Brillantes, 80 años del premio Zóbel (2000), receptor a su vez de este premio, además del breve trabajo ya mencionado de Moisés Llordén (1995).

Subgrupos de la comunidad también han sido estudiados en diferentes facetas. Las empresas y las actividades económicas de la comunidad han atraído el número más importante de estudios y quizás el de más calidad. La Compañía General de Tabacos de Filipinas, la empresa más importante de Filipinas durante muchos años, ha sido analizada por tres excelentes historiadores económicos de Cataluña. Primero, en un excelente libro conmemorativo de su centenario, encargado a Emili Giralt Raventós (1981), después por Josep María Delgado, sobre su adaptación al pasar de la soberanía española a la norteamericana (“Bajo dos banderas,” 1995) y finalmente por Martín Rodrigo Alharilla, sobre su difícil absorción y pertenencia a uno de los grupos empresariales más poderosos de la España de la Restauración, Los Marqueses de Comillas. Antonio y Claudio López (1817-1925) (2001). Otra empresas de dinastías familiares españolas (o ex españolas) que perduran hasta la actualidad han sido analizadas por Eric Batalla, profesor de De La Salle University, especializado en Economía y Empresa, que ha escrito sobre las de los Soriano (2005) y los Zóbel de Ayala (1999, 2004). Los únicos grupos regionales estudiados dentro de la comunidad española en Filipinas han sido los vascos, a pesar de la importancia de cántabros o catalanes. Destaca el reciente estudio de Marciano de Borja, Basques in the Philippines (2005), que cubre su trayectoria desde la misma llegada de Legazpi, pero también José Miguel Romaña Arteaga, que escribió con fines divulgativos Los Vascos y la II Guerra Mundial (1988). Entre los definidos por afinidad ideológica, de nuevo el profesor Fukasawa Yasuhiro ha escrito un trabajo, dividido en dos artículos, sobre los republicanos españoles en Filipinas (1995) mientras que quien suscribe lo ha hecho sobre la Falange en Filipinas (1995). La bibliografía dedicada a los religiosos en Filipinas es muy numerosa y no consideramos sea pertinente profundizar sobre ello en este estudio.

 

Los estudios familiares, por último, están muy desarrollados en la historiografía filipina y una buena parte están dedicados a familias de la alta sociedad, más o menos relacionadas con la comunidad española, algunas encuadrables entre los filhispanos. Entre los numerosos trabajos de Carlos Quirino, se pueden encontrar biografías sobre la familia Zóbel de Ayala (The Ayala Securities Corporation), sobre Vicente Madrigal (Philippine Tycoon. The Biography of an industrialist), o sobre los terratenientes azucareros (History of the Philippine Sugar Industry). Otros estudios como el de Mina Roces sobre la familia López o los arriba mencionados de Eric C. Batalla añaden información en un campo muy amplio, en el que están incluidos también algunos trabajos sobre familias sin excesiva fortuna monetaria, como el que Pere Izquierdo i Tugas ha realizado sobre sus ascendientes, que trabajaban en el valle del Cagayán (2005).

Las comparaciones con otras comunidades, ya sea de expatriados en Filipinas como de españoles en el exterior, son muy útiles por su calidad y la metodología utilizada. La escasa atención historiográfica a la comunidad española en Filipinas está compensada con la amplia literatura sobre otras comunidades expatriadas, puesto que incluso las más pequeñas han recibido una atención específica. Gervase Clarence-Smith ha escrito un artículo sobre las comunidades del Oriente Medio “Lebanese and Other Middle Eastern Migrants in the Philippines” (2005), Motoe Terami-Wada sobre la comunidades del sur de Asia “Indian Communities in the Philippines under the Japanese Occupation with Special reference to Indian Independence League” (2001), un número de investigadores japoneses han escrito sobre esta comunidad, especialmente Shinzo Hayase (1989, 1995, 1999) y Lydia Yu-Jose quien ha escrito Japan views the Philippines (1992) y, finalmente, Lewis E. Gleek Jr. lo hizo sobre los judíos (s.f.). La norteamericana también ha sido estudiada por Gleek en varios libros, como The Manila Americans, 1901-1964 (1972) o Americans in the Philippine Frontier (1974), o también cubriendo las organizaciones que se ha dotado, como sus instituciones (1976) o sus empresas (1975).

La comunidad alemana era la más parecida a la española en tamaño, bagaje cultural y ocupaciones laborales y cuenta con estudios importantes, empezando por el conmemorativo de su German Club (1986). Wigan Salazar ha realizado una Tesis Doctoral para la London School of Oriental and Asian Studies (SOAS), German Economic Involvement in the Philippines, 1871-1918 (2000),  mientras que Rico T. Jose escribió otro trabajo “The German Community in Manila during World War II” (1997, pero aún inédito) y recientemente ha aparecido el libro de un judío emigrado a Filipinas, Frank Eprhaim Escape to Manila (2003), con menciones interesantes a esta comunidad.

La comunidad expatriada más significativa, la china, han recibido una atención historiográfica importante. Es producto de su antigüedad y su número tan elevado pero también de la atención tan preferente que está recibiendo dentro de los estudios sobre su presencia en el sudeste de Asia, siguiendo la estela de los trabajos como los de G. William Skinner y Maurice Freedman. Los estudios seminales de Edgard Wickberg, como The Chinese in Philippine Life, 1850-1898 (1965), han sido el punto de partida de un campo con una bibliografía numerosa y con enfoques muy variados. Desde los estudios con perspectiva antropológica sobre la comunidad en dos ciudades importantes, de Jacques Amyot, The Manila Chinese (1973) o John T. Omohundro Chinese Merchant Families in Iloilo (1971), a sus relaciones con otros grupos dentro de Filipinas, por Richard T. Chu, a los trabajos centrados en sus actividades económicas, como los de Wong Kwok-Chu, The Chinese in the Philippine Economy (1999) o Andrew R. Wilson sobre la comunidad de negocios en Manila Ambition and Identity: Chinese Merchant Elites in Colonial Manila, 1880-1916 (2004).

Otras comunidades españolas en el exterior también han recibido más atención historiográfica que la de Filipinas. El caso más evidente son las comunidades en el continente americano, que han sido objeto de numerosos estudios sobre subgrupos regionales, entre los que destaca la aportación de José C. Moya sobre Los inmigrantes españoles en Argentina, 1850-1930 (1998). El impacto de la Guerra Civil española ha sido estudiado en el volumen editado por Falcoff y Pike, Spanish Civil War, 1936-39: American Hemispheric Perspectives (1982), mientras que el rol de las comunidades durante este período también ha sido objeto de monografías, como la quizás pionera en el uso de historia oral de Consuelo Naranjo, Cuba, otro escenario de lucha(1988), la de Mónica Quijada sobre Argentina Aires de república, aires de cruzada (1991) o la más reciente de Pablo Sapag, Chile, frente de combate de la Guerra Civil Española (2003).

Falange y los conflictos provocados por su aparición han sido también objeto de numerosas publicaciones, pero su interés historiográfico es menor. El capítulo dedicado a Filipinas del libro de Allan Chase (1943), Falange: El ejército secreto del Eje en América popularizó, junto con otros publicados en las mismas fechas, unas ideas sobre los falangistas que han sido repetidas después en los libros más populares de historia de Filipinas, como el de Renato y Leticia R. Constantino Philippines: The Continuing Past (1978) o incluso otros académicos, como el de Bacareza (1980) sobre las relaciones germano-filipinas. Contrarrestar esta propaganda está siendo difícil, en parte por las carencias de documentación, y en parte también porque la Falange Exterior en este período ha sido poco estudiada de forma científica, a excepción del libro de Rosa Pardo, ¡Con Franco hacia el Imperio!  (1995) y de los trabajos del quizás principal especialista sobre esta rama falangista, Eduardo González Calleja. Este profesor ha publicado los artículos “El servicio exterior de la Falange y la política exterior del primer franquismo”, (1994) y, en especial, “El Servicio Exterior de Falange en Filipinas,” (1989) al que debo las primeras ideas que me han llevado a las hipótesis desarrolladas en este trabajo. De cualquier forma, el impacto de los trabajos académicos sobre la Falange en Filipinas ha sido escaso, y el reciente libro editado por Stein Ugelvik Larsen, Fascism Outside Europe: The European Impulse Against Domestic Conditions in the Diffusion of Global Fascism (2001) ni siquiera menciona a esta sección. Así, resulta necesaria una investigación que permita un salto cualitativo en su conocimiento, porque hasta ahora sigue siendo un tema más divulgado que estudiado.

Los estudios de la colonia española en Filipinas en la época contemporánea adolecen, en la opinión de quien suscribe, de dos problemas principales; la carencia de un enfoque centrado en su propio devenir y, en segundo lugar, la insuficiente atención a su solapamiento con el resto de la sociedad.

La comunidad, en general, está limitada a ser el escenario de las investigaciones, sin penetrar en la influencia de su dinámica interna en el objeto de las investigaciones. Así ocurre con el libro de historia de la Compañía General de Tabacos de Filipinas, los de las órdenes misioneras o los de Daniel Arasa o Romaña sobre la Guerra del Pacífico. El primero está centrado en las relaciones entre los dos territorios, los segundos en su proyección hacia la sociedad filipina y los terceros en su lucha contra el enemigo japonés, pero en todos ellos la comunidad es entendida como un sujeto estático. La representación uniformizada de la comunidad refleja más bien la visión que deseaba ofrecer su élite dirigente y para expresar mejor su diversidad es necesario penetrar en sus dinámicas internas, especialmente en momentos de crisis. El enfoque de los trabajos, en definitiva, está desajustado.

Por otro lado, resulta necesario preguntarse cuándo, cómo y dónde un español y sus descendientes dejan de considerarse expatriados y se integran en una comunidad adoptiva, ya sea la puramente filipina, la mestiza china, la filhispana u otras. Planteamientos metodológicos más novedosos aparecen en la Tesis Doctoral de Wigan Salazar sobre la comunidad alemana en el plano económico entre 1871 y 1918, que no acaba con el cambio de régimen, sino cuando la I Guerra Mundial desencadena medidas legales contra las empresas alemanas en Asia. La aportación metodológica más importante en este sentido se ha producido por parte de José C. Moya y en los estudios sobre la comunidad china en Filipinas. Moya siente que la identidad “étnica” española resulta insuficiente para entender el comportamiento de los emigrantes españoles, al igual que la limitación a las variables sociales y étnicas y destaca el carácter multiétnico y multiclasista de una emigración española que, ante todo, era heterogénea. Los estudios de Andrew Wilson o Robert Chu también están planteando interpretaciones novedosas. En lugar de partir de la idea de unidad y cohesión de una comunidad china cuya identidad suele haber sido definida por sus élites comerciales, Wilson y Chu prefieren partir de la diversidad interna de la comunidad y  centran su estudio en esos mestizos chinos que balancean entre la lealtad exclusiva a China (primordial entre los recién llegados) y la exclusiva a Filipinas (mayoritaria entre los que llevan varias generaciones en las islas). Tampoco Wilson o Chu consideran relevante para la evolución de la comunidad el año 1898, mientras que también evitan identificar la región originaria de la mayoría de sus integrantes, Hokkien, con el conjunto del país.

 

2.2. Documentación consultada

            La principal masa de documentación consultada proviene del Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, en donde se generó y recibió un gran volumen de información, incluida la referente a las disputas con la Falange. Los medios de la representación oficiosa superaron con mucho a los de sus contrincantes falangistas dentro del bando nacional y es posible incluso encontrar copias de mensajes falangistas para solventar la escasez general de documentación falangista en el Archivo General de la Administración. Aunque escasean las valoraciones políticas, un contrapunto importante a la documentación oficial se puede encontrar en los archivos de Tabacalera, actualmente accesibles a la consulta en el Arxiu General de Catalunya, que ha permitido ofrecer una visión más concreta sobre cómo las empresas españolas apoyaron a los franquistas durante la Guerra Civil.

            La documentación proveniente del gobierno de la Mancomunidad no está aun accesible al público, por lo que este estudio de la respuesta filipina ante la Guerra Civil habrá de completarse en un futuro. En los archivos del Palacio Presidencial de Malacañang debería de permanecer la documentación de la Mancomunidad, que no se quemó ni fue bombardeado durante la batalla de Manila, pero no se sabe su estado. En la Nacional Library, se pueden consultar algunos papeles personales de políticos prominentes, como los del presidente Quezón o el vicepresidente Osmeña, pero la catalogación es deficiente, y en otros casos han desaparecido parte de la documentación, como ocurrió con los papeles de Colección Vargas o la donación de Claro M. Recto (que trabajó para la Compañía de Tabacos de Filipinas) a la Universidad de las Filipinas (UP), que la situó en un lugar de paso y sin atención. En algunos archivos de Estados Unidos es posible encontrar referencias a la comunidad española y al impacto de la Guerra Civil, pero sus funcionarios no mostraron una especial preocupación hacia ello hasta los meses finales de la Guerra Civil, y los pocos informes específicos adolecen de confusión. Un  número importante de cajas relativas a la Comunidad Española y a otras comunidades extranjeras en Filipinas generadas durante la Guerra del Pacífico fueron localizadas en 1994 en los archivos militares de Suitland (Maryland) y fueron evitadas de ser destruidas gracias a las gestiones del profesor Grant Goodman, pero la documentación sigue sin ser aún accesible al público.

Las revistas editadas en esos momentos proporcionan un reflejo importante de lo ocurrido. Lo ideal habría sido poder consultar los dos principales periódicos que se publicaban en español en esos años, El Debate y La Vanguardia, pero no he encontrado ninguna colección completa. Sólo me ha sido posible encontrar meses sueltos en alguna librería, como la Library of Congress de Washington y, por eso, las referencias consultadas de períodos amplios se limitan a algún periódico en inglés, como el Manila Daily Bulletin. Las publicaciones periódicas más importantes para este estudio son el boletín diario ¡Arriba España!, especialmente su número final, y la revista mensual de Falange, Yugo, pero también ha sido posible penetrar en los problemas y ambiciones de la comunidad española en esos momentos a través de otras publicaciones, como el mensual Excelsior. La prensa de la península ibérica apenas incluyó información sobre Filipinas.

Para conocer el impacto de la Guerra Civil entre la izquierda de Filipinas, la revista Democracia Española es la fuente más importante, así como el periódico La Unión, que no hemos podido consultar. El archivo de James Allen en la Tamiment Library de Nueva York resulta importante, porque su llegada coincide con el estallido de la Guerra Civil en España, y en el archipiélago se entrevista con alguna de las personas que más intensamente lo vivieron, como el obispo de la Iglesia Filipina Independiente, Aglipay.

            Las estadísticas sobre la comunidad española y sobre el comercio con España las he podido elaborar gracias a las copias existentes en la Universidad de Hitosubashi, aunque la Universidad de Tokio también posee copias de los Censos realizadas en los años 1903 y 1918. Los centros de documentación en Japón, como el Center for Pacific and American Studies, me han permitido consultar también alguna documentación importante, como la Revista Pacific Affairs.

            Las entrevistas con los descendientes de los personajes del estudio han permitido conocer el contexto de la relación intra-comunidad, pero poco sobre las disputas internas. Al igual que la comunidad alemana, la comunidad española prefirió olvidar las disputas internas de los tiempos bélicos o limitarlas a meros problemas personales o familiares, y en algunos casos hemos comprobado la ocultación de los aspectos más sonrojantes de esas disputas. 

 

3. Contribuciones

            Las aportaciones del presente trabajo se centran en el recuento de lo ocurrido y su interpretación. La Mancomunidad y, sobre todo, la Guerra Civil movilizaron intensamente a los españoles en Filipinas, en especial a los pro-franquistas, quizás los que más entre todas las comunidades expatriadas en el mundo. El recuento de esta movilización resulta importante tanto para señalar esa intensidad y la ayuda que prestaron. También, para corregir algunos errores asentados, como las intenciones reales de Andrés Soriano: no era falangista, sino que luchó contra este grupo, y la oligarquía no actuó unida, porque las rivalidades personales sobrepasaban el compromiso ideológico.

Las dos contribuciones más novedosas de este estudio sobre la comunidad española son, por un lado, la valoración del cambio progresivo de su posición hacia el resto de la sociedad filipina y, por otro lado, el significado de las luchas internas, tanto entre republicanos y nacionales como, dentro de éstos, de los falangistas frente a los derechistas. Para ello, utilizamos dos hipótesis principales, por un lado en relación con la naturaleza de la sección de Falange en Filipinas y, por el otro, utilizando un concepto que permite evaluar los comportamientos de los emigrantes españoles y sus descendientes, tanto durante su ciudadanía española como cuando obtienen la filipina.

            En primer lugar, para entender las disputas entre la comunidad pro-nacional durante la Guerra Civil, esta investigación considera mejor utilizar la referencia europea que la asiática. Al igual que en otras comunidades expatriadas en América Latina, pero también como en otras sociedades europeas contemporáneas, conseguir el liderazgo dentro la comunidad fue el principal objeto de la disputa. Esos enfrentamientos muestra que la Falange en Filipinas, en lugar de ser equiparable con el régimen militarista japonés u otros movimientos en Asia, actuó de forma parecida a los partidos totalitarios en Europa cuando buscaron alcanzar un mayor poder, tanto dentro de la administración como en el resto de la sociedad. Sus disputas son comparables con las existentes en Europa entre los grupos fascistas y los grupos derechistas conservadores, su único contrapeso tras la defenestración violenta de las izquierdas. Por ello, el conflicto de la Guerra Civil en Filipinas debe entenderse en un contexto occidental pero situado en un escenario asiático.

            La segunda hipótesis utiliza el concepto de la doble lealtad para entender el comportamiento de los españoles en Filipinas y, por extensión de los filhispanos. La investigación considera que la comunidad puede ser considerada como transnacional, es decir, que los estados, las fronteras o, en el caso que nos ocupa, la posesión de una nacionalidad u otra, no son la base para entender el comportamiento de los hispanizados, sino antes bien una complicación. Tener una nacionalidad u otra era secundario -adquirir o no la cédula de nacionalidad estaba más motivada principalmente por cuestiones legales o coyunturales, como la protección de la propiedad, las expectativas de viaje o los intereses políticos generales-, mientras que la pertenencia a una comunidad u otra era más importante y, ante todo, una decisión personal. Los sentimientos de sus miembros pueden ser analizados mejor a través de la oscilación entre esos dos polos de lealtad, Filipinas y España, con la mayoría situados en escalas intermedias. La investigación evita así los esquemas bipolares y relativiza la importancia de delimitar una línea clara de separación entre la comunidad y el resto de la sociedad. El papel crucial de los filhispanos se recalca claramente de esa forma, tal como ocurre con los llamados tsinoy (chino y filipino) en el caso de las investigaciones de Richard T. Chu o Andrew R. Wilson o con los hijos de alemán con española o filipina, estudiados por Wigan Salazar con independencia de la nacionalidad.

El concepto de doble lealtad y la posibilidad de graduación, en definitiva, permiten ilustrar mejor el comportamiento de españoles y filhispanos y la infinidad de matices personales de cada individuo, por su situación social, entorno familiar o por sus ideas políticas. Ello, a pesar de que los hechos estudiados en este trabajo –los conflictos en la península, las divisiones internas y la perspectiva de independencia- marcaron una línea de separación cada vez más profunda entre esas dos lealtades. 

Las hipótesis de trabajo permiten también llegar a dos conclusiones importantes sobre las consecuencias de esa movilización y de la fractura de la comunidad española en tres grupos irreconciliables. En primer lugar que la lucha interna de la comunidad fue más bien una lucha social soterrada entre el reflejo de disparidades políticas. Aprovechando que la forma de ascendencia sobre el resto de la comunidad varió sustancialmente durante la Guerra Civil, la Falange en Filipinas se convirtió en el baluarte de los españoles que buscaron un reconocimiento social de su éxito. Su esfuerzo por arrebatar ese liderazgo a las familias tradicionales debe entenderse, por tanto, dentro del marco interno de la comunidad más que en el contexto de la Guerra Civil. Las fases, los objetivos en disputa y los argumentos mencionados son muy semejantes a los que tuvieron lugar en España, Alemania o Italia, aunque con escenario diferente.

            El periodo cubierto por este trabajo, en segundo lugar, debe entenderse como un punto de inflexión para la identidad hispana en Filipinas. La etnicidad hispana se mantuvo relativamente estable durante las cuatro primeras décadas de la colonización americana, al igual que la relación de la comunidad española con la sociedad filipina, pero a partir de 1939 esa imbricación se había deteriorado definitivamente, al igual que la imagen de España. Se ha incluido un postcript tras la conclusión porque esa desmembración y esa pérdida de la imagen de España se extiende hasta 1946, pero este estudio explica buena parte de las razones de cuándo, cómo y porqué lo hispano pasó a ser parte de su historia.

 

4. Estructura de la Tesis

          Esta investigación trata la marcha de la comunidad durante la Guerra Civil española y los primeros años de la Mancomunidad. Para analizar esta evolución, el trabajo está dividido en cinco partes, subdivididas en varios capítulos: comienza definiendo la situación de la comunidad, sigue con la reacción ante el estallido de la Guerra Civil, con los conflictos internos surgidos cuando la guerra ya está en una fase avanzada, con el análisis del impacto de la guerra como tal dentro de la comunidad y acaba con un análisis de sus consecuencias más allá del conflicto.

            La primera parte “Coloniales bajo distinto colonizador” intenta trazar el contexto del presente estudio, teniendo en cuenta que no hay ningún trabajo sobre la comunidad que sirva de punto de partida. Se centra en definir a la comunidad y sus características, tanto internas como frente a las dos sociedades a que pertenecía, la Filipinas en pos de la independencia, y una España inestable, de donde llegaban noticias cada vez más preocupantes. Su primer capítulo estudia el papel de la comunidad española en Filipinas constatando que la salida de su administración en 1899 dio paso a su bonanza económica. Analiza sus características principales, tales como su composición geográfica de proveniencia, su formación, su asentamiento a lo largo del país y los vínculos, tanto dentro de la comunidad como hacia Filipinas y España. En definitiva, la comunidad española se había renovado tras 1898 y mantenía un poderío muy visible en el país, no sólo por los numerosos misioneros españoles, sino porque gracias a las exportaciones a Estados Unidos su economía era boyante. El segundo capítulo trata su extremado conservadurismo y su proyección hacia la sociedad filipina. El último, el nuevo contexto nacional desde 1935, porque comenzó el período transitorio a la independencia cuando debían votarse y promulgarse numerosas leyes en pos de la futura República de Filipinas. El país debía definir desde su modelo político al idioma nacional y, además, reajustar el sistema económico ante el final de la relación privilegiada con Estados Unidos.

            La segunda parte, “La Comunidad Española ante la Guerra Civil” desgrana el impacto que tuvieron en Filipinas el estallido del conflicto y las progresivas victorias franquistas. Sus tres capítulos abarcan desde las respuestas iniciales dentro de la comunidad o el fracaso de los republicanos, hasta el impacto en Filipinas. El resultado fue una comunidad movilizada al máximo, primero por iniciativa propia y después, en el caso de los nacionales, desde España. Los republicanos en Filipinas pronto resultaron superados en muchos enteros por los nacionales, sin que la llegada de un embajador desde la península aliviase esta desproporción. La sociedad filipina, finalmente, observó el conflicto español con una sorpresa que cada vez tenía tintes más negativos, especialmente cuando se extremaron las posiciones de los militantes en Filipinas. El rechazo consciente a definirse por uno de los dos bandos fue una opción cada vez más usada.

            La tercera parte, “Conflicto entre Conservadores y Falangistas” trata sobre un aspecto característico de la Guerra Civil en Filipinas, como es el surgimiento de un partido fascista y el estallido de las divisiones internas en la comunidad pro-franquista. Para enmarcar los problemas, el primer capítulo se retrotrae al contexto español, al auge espectacular de Falange tras el estallido de la guerra y a cómo el general Franco logró domeñarla. Sigue en Filipinas, donde el surgimiento y auge de Falange tuvo parecidos importantes con lo ocurrido en la península, aunque sin existir una figura preponderante, como fue el general Franco, capaz de doblegar la Falange. El último capítulo trata las disputas por el liderazgo entre Falange y los no falangistas desde comienzos de 1938, cuando estos enfrentamientos pasaron a ser más intensos que contra los republicanos.

            La cuarta parte, “Los cambios en la Comunidad Española durante la Guerra Civil”, analiza tanto los resultados de esa movilización política como los desafíos a su capacidad económica. El conflicto español fue un revulsivo importante que se estudia, en primer lugar, por su resultado en Filipinas para la estructura y organizaciones de la comunidad y, en segundo lugar, a través de las movilizaciones internas que tuvieron lugar en pos de esas ayudas a los correligionarios en la península. Sigue el recuento de estas ayudas, desde dinero o bienes hasta los soldados enviados al frente y se acaban analizando los primeros indicios del declive en el poderío económico de la comunidad. Algunas de las razones fueron resultado de los cambios en Filipinas durante la Mancomunidad, pero otras fueron específicas de empresas españolas, relacionadas directa o indirectamente con el conflicto español.

            “Los conflictos paralelos” es la parte más analítica. Busca las razones profundas y el impacto de los sucesos de esos años, tanto en el plano interno como en el más amplio de la sociedad filipina. La Guerra Civil y el proceso de independencia filipina destaparon tensiones latentes que al emerger se mezclaron con los desmanes propagandísticos, las noticias sobre violencia en la península y las críticas a los principales representantes de la imagen de España en Filipinas. Esos excesos verbales, además, reverberaron y afectaron a toda la comunidad, incluidos los propios grupos en el centro de la lucha, tal y como puede ser comprobado con los republicanos, quienes aliviaron su derrota proclamando cada vez con más intensidad su “filipinidad.” La Guerra Civil abrió un caja de Pandora y nada volvió a ser igual.

 

5. Terminología

Este trabajo utiliza dos términos claves, fascismo y filhispanos. El término fascista considero que es apropiado para referirme a los falangistas en Filipinas, incluida su rama en Filipinas, aunque no lo sea para definir al régimen existente en España. Las características culturales y sociales, junto con su discurso nacionalista, revolucionario y con tintes anticapitalistas reflejan claramente lo que era la Falange. Como en otros países, los fascistas españoles nunca lograran sus objetivos de conseguir un régimen totalitario, mientras que rehusaron utilizar ese adjetivo por pruritos basados en el rechazo a un término extranjero para definir lo que, en teoría, era puramente español. No obstante, eso no excluye denominarlos de esa forma, entre otras razones porque los propios falangistas reconocieron las similitudes, al menos de forma implícita, al no permitir nunca que otros lo usaran. El régimen presidido por el general Franco, por su lado, no fue fascista, tal como ya han señalado Juan Linz o Stanley Payne, que lo han definido como básicamente autoritario, pero también es necesario tener en cuenta, como ha señalado Javier Tusell el período cuando los falangistas pudieron haber tomado los resortes del poder frente a los otros grupos, cubierto parcialmente por este trabajo. 

El término “filhispano” lo utilizo para referirme a los ciudadanos filipinos favorables a la identidad hispana en su país, competidores en esos años de los llamados sajonistas y de los asianistas. Prefiero evitar el término utilizado entonces por ellos mismos, hispanistas, por ser excesivamente amplio, ya que me refiero sólo a un segmento de población de un país concreto, y tampoco considero apropiado llamarles mestizos, o mestizos españoles, puesto que el término filhispano denota, más que el nacimiento, las opiniones personales: hubo mestizos o incluso españoles puros que eran sajonistas, o asianistas.

Para otros términos, ha sido más difícil unificar el uso. Para referirme a los partidarios de la sublevación militar contra la II República prefiero denominarles nacionales, por ser como se auto referían ellos mismos, aún siendo consciente que sus enemigos también eran nacionalistas españoles, tal como ha enfatizado José Álvarez-Junco. También, en otras ocasiones, aparecen denominados como rebeldes o, para facilitar su uso y especialmente una vez que se aclaró el liderazgo supremo, franquistas.

El grupo liderado por Andrés Soriano y enfrentado a la Falange tiene una difícil acepción única, porque cada término ofrece un matiz especial. Puesto que su poder proviene de su dominio sobre los recursos del país, es factible denominarlos familias poderosas u oligarquía, e incluso se les podría denominar, por utilizar la jerga de esos años, plutócratas. Los monárquicos, carlistas y resto de grupos derechistas se unieron sólo por el adversario común, por lo que el término no-falangistas es factible, así como uno acuñado entre ellos, “extremas derechas.” Al no ser términos de uso generalizado, utilizamos también reaccionarios, por ser la palabra que mejor define sus ideas y, puesto que el pasado político de algunos no se correspondería con ello, conservadores. Tabacalera es utilizado para referirse a la Compañía General de Tabacos de Filipinas, conscientes de la posible confusión con la empresa española integrada en la actualidad en el grupo Altadis, pero la Compañía General se denominaba así en Filipinas, tal como mostraba la placa de entrada a su sede social en la Calle Marqués de Comillas.

 

TESINA 1985
TESIS 1993
TESIS 2007

Puedes leer mi tesis con la que me volví a doctorar en 2007

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Tesis 2007 en Inglés y Japonés

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Anexos

Serie de Anexos que enriquecen la tesis y ayudan a comprender mejor los conceptos

Anexo 1

Anexo 2

Anexo 3

Anexo 4

Anexo 5

Anexo 6

Anexo 7

Anexo 8

Anexo 9

Anexo 10

Anexo 11

Anexo 12

Anexo 13

Anexo 14

Anexo 15

Anexo 16

Anexo 17

Anexo 18

Anexo 19

Anexo 20

Anexo 21

Anexo 22

Anexo 23

Anexo 24

Anexo 25

Capítulos y Partes Destacadas

Capítulos y Partes de la tesis que merecen especial mención

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Parte I

Parte II

Parte III

Parte IV

Parte V

Poscript

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