Porqué el Secretario de Estado Hull cambió de opinión?

La famosa Nota de Hull

¿QUÉ PASÓ ENTRE EL 25 Y EL 26 DE NOVIEMBRE DE 1941?

Artículo dentro del Dossier “Hacia Pearl Harbor” en Historia y Vida (Barcelona), nº 585, (Dic 2016): 27-49

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 La Vanguadia

LAS NEGOCIACIONES ENTRE Estados Unidos y Japón cambiaron de signo los días 25 y 26 de noviembre por razones que no están aún del todo claras. El día 25, parece que estaban ganando la mano las facciones favorables a la paz. En Estados Unidos, algunos grupos privados, con ayuda de diplomáticos del país, estaban convencidos de la posibilidad de que Japón reculara, hasta el punto de renunciar al Pacto Tripartito. En Japón, los opuestos al militarismo hegemónico no solo eran conscientes de la imposibilidad de vencer a la fortaleza económica de Estados Unidos, sino que se sentían fortalecidos por el cambio de actitud del general Tojo como primer ministro. Sus propuestas, enviadas en parecidas fechas, tenían algunos puntos similares y buscaban un acuerdo en el que los intereses de la China nacionalista eran los más perjudicados.

 

SOBRE ESTA BASE HABRÍA estado trabajando el secretario Cordell Hull la tarde del 25 de noviembre. Aparentemente, preparaba una propuesta de tregua siguiendo la idea de la retirada inmediata de Japón del sur de Indochina y la reducción de las tropas en el norte de la península hasta un total de 25.000 soldados, a cambio de reiniciar el comercio (con restricciones) y desbloquear los activos nipones. Este modus vivendi se mantendría tres meses y podría ser ampliado por cualquiera de las dos partes. En el mejor de los casos, acabaría con la retirada de las tropas niponas de China, pero no de Manchuria.

 

LA MAÑANA DEL 26, sin embargo, el secretario de Estado desechó el plan. El documento que presentó finalmente, la llamada Nota de Hull, era escueto, y no incluía mención alguna a las condiciones del modus vivendi que se había barajado, ni tampoco ninguna contrapropuesta.

 

SE HAN DADO VARIAS explicaciones para este cambio. Tras la guerra, Hull aseguró que los riesgos de ese modus vivendi eran muchos, algo obvio. También se apunta a las informaciones sobre movilizaciones militares japonesas al sur de Taiwán como razón para ese cambio, pero no debían de sorprender mucho, ya que las negociaciones estaban circunscritas a círculos muy restringidos. En todo caso, el espionaje y el contraespionaje parece que tuvieron algo que ver. Es bien conocido que Washington ya había comenzado a descodificar los mensajes secretos de la diplomacia japonesa en su suelo, aunque todavía con muchos errores, tanto por el estado inicial de esa desencriptación como por el pobre conocimiento del japonés de los traductores (no se quiso recurrir a nipones residentes en Estados Unidos). Desde hace unos años, el profesor Tosh Minohara ha ido comprobando que los japoneses también leían mensajes secretos de chinos, británicos y americanos de forma rutinaria, tras haber encontrado pruebas en legajos perdidos en el Archivo del Ministerio de Exteriores japonés y algunas referencias en archivos de Estados Unidos.

 

LA CONTRAINTELIGENCIA tuvo un papel importante desde el día 22, cuando Hull estaba trabajando en la adaptación de una de las propuestas japonesas y la remitió a los gobiernos de Reino Unido, Australia, Holanda y China. Los japoneses tuvieron conocimiento de ello, porque desencriptaron el mensaje del embajador norteamericano en China informando a Chiang Kai-shek. Mientras Togo, el ministro japonés de Exteriores, se frotaba las manos por su éxito diplomático en ciernes, los aliados aceptaban la adaptación de Hull. Pero no así los chinos, que insistieron en que jamás accederían a aprobarla, conscientes de que significaría el abandono definitivo de una parte de China.

 

EL IMPACTO DE LAS descodificaciones sobre el cambio de la noche del 25 al 26 está por saberse. Ken Kotani, autor de Japanese Intelligence in World War II, sospecha que el gobierno chino filtró, aparentemente a la agencia United Press, información sobre el modus vivendi, del que habló la prensa ese mismo 25 de noviembre, incluido el diario New York Times. Habría ocurrido, por tanto, algo parecido a cuando el presidente Roosevelt quiso ayudar a la República Española en 1938 con la entrega de aviones, en una operación desbaratada al aparecer en los medios de comunicación.

 

TOSH MINOHARA CULPA a los errores del contraespionaje. En el caso del mensaje japonés a su embajada en Washington, la propuesta con que trabajaban se denominó saigoteki jouhoan, “plan de compromiso final”. Se hizo así para impedir que Nomura hiciera modificaciones, ya que, en varias ocasiones, el embajador había adaptado las propuestas según su criterio, razón por la que se envió a un segundo diplomático, Saburo Kurusu, que llegó a Estados Unidos el 20 de noviembre. La prohibición de modificar el texto pasó a ser traducida por el contraespionaje estadounidense como “propuesta absolutamente definitiva”, esto es, un ultimátum, de forma que Washington entendió que no cabía presentar una contrapropuesta. Por ello, el día 26, la decepción del ministro Togo, que contaba con una respuesta favorable por parte de los americanos, fue colosal. Uno más de los muchos malentendidos a lo largo de la historia, quizá el más trágico.

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