1994 Adrenalinas varias en Solomon

Nombres españoles que permanecen

Las Salomón son un tanto parecidas a las Vanuatu, aunque solo han tenido colonización inglesa. Es uno de los pocos países que sigue manteniendo el nombre impuesto por los colonizadores, Álvaro de Mendaña. También hay otras islas, como Isabel, y otros nombres derivados de la lengua patria, como San Cristóbal o Point Cruz (derivado de Puerto de la Cruz, donde desembarcó Mendaña, no de punto de cruz). En Vanuatu, por cierto, también hay otra isla que se llama Espíritu Santo; la gente la llama Santo.

Sobre la tala de madera y la comida

Me alojé en el hotel Honiara y allí la conversación más interesante la tuve con el ministro de Agricultura y Recursos. Estuvimos hablando sobre la madera y los recursos naturales —lo planteé yo sin saber quién era—, a propósito de una reunión en Australia en la que el primer ministro Keating había dicho que se estaban talando bosques de una forma irreversible, acusando principalmente a las industrias madereras malayas. El ministro estaba de acuerdo, pero se preguntaba que cómo iban a tener ingresos para comer o para pagar la educación si no permitían esta tala. Afirmaba que estaba de acuerdo con los principios de Greenpeace, pero no con cómo los ponían en marcha. Es la postura típica de la gente de estos países, las ideas son buenas y hay que mantener el bosque, pero también hay que comer. Yo creo que la única solución ha de ser favorecer que saquen un buen precio por la madera, porque los malasios y esta gente les deben dar cuatro duros, sin tener ningún respeto además por regenerar el bosque. De esa forma supongo que necesitarían vender menos árboles. Luego hablamos de las ballenas y parece ser que él había estado unos meses antes en no sé qué conferencia internacional donde apoyó la postura de Japón. 

Adrenalina: un familiar de un personaje estudiado en la carrera

No sé a ton de qué, pero salió Walter Lini en la conversación. Fue no solo el líder de la independencia de Vanuatu, o las Nuevas Hébridas, como se llamaba entonces el territorio, sino el más importante del Pacífico. Y resulta que era su cuñado. Qué emoción, mi profesor José Urbano Martínez Carreras le había mencionado en clase como el gran líder independentista de Oceanía. Conocer a un familiar suyo me hizo mucha ilusión; adrenalina, que se dice ahora. Me hubiera gustado escribirle una postal, pero no tenía su dirección.

Guadalcanal, de paso

Honiara no tenía muchas maravillas para visitar. Nada especial, solo la gente, de nuevo. Al igual que en Vanuatu, me alquilé un coche por medio día para conocer la isla un poco. Pensaba ver un montón de recuerdos de la Segunda Guerra Mundial, pues Guadalcanal —el nombre de la isla y de un pueblo de Badajoz donde había nacido un lugarteniente de Mendaña— fue el lugar de la primera retirada japonesa y hay rutas para visitar restos bélicos, pero al final no vi más que un cañón a lo lejos en la playa. Tampoco lo anduve buscando. Vinieron conmigo en el coche un chico que trabajaba en el hotel y un primo suyo y resultaron un ayuda fenomenal para comunicarme con la gente. Ellos tampoco hablaban inglés muy bien, pero lo suficiente para poder comunicarse conmigo. 

 

Viaje con el cuchillo alargado en ristre

De esa forma visitamos un pueblo en el que yo creo que pocos extranjeros han estado, porque se encontraba alejado como veinte kilómetros de la carretera y el camino solo permitía ir caminando. Yo dudaba de que alguien viviera allí, pero mis compañeros habían preguntado a unos lugareños y me decían que sí, que había un pueblo a solo veinte minutos. Y yo les hacía preguntar a todos los aldeanos con los que nos encontrábamos y estos lo confirmaban. Así llegamos y fue una sensación similar a la que tuve en una aldea en Laos, donde parecía que la gente no había visto un blanco en años. Los aldeanos vestían camisetas, no recuerdo haber visto a ninguna mujer con el pecho descubierto, pero sí que era un lugar auténtico, con todas las casas de madera. Tenían la puerta que llegaba hasta el suelo, supongo que para evitar la entrada de animales (o serpientes) por la noche y allí estuve haciendo fotos al personal. Se vino conmigo también un viejete de una pequeña aldea que había visitado antes, con su cuchillo alargado y todo, el hombre estaba encantado de montar en coche. Luego también fuimos a otro sitio donde se había reunido la gente para jugar un partido de fútbol y eso de del automóvil causó sensación. Muy agradable todo. Para calmar la sed, compramos unos cocos y tomamos el buko.

Bailes melanesios en Areare

El último día vi en la calle unos bailes de una gente de la ciudad de Areare, en la isla de Malaita, la más poblada de todo el archipiélago. Estaban en taparrabos y lo hacían para sacar dinero, pero yo bien que me aproveché a hacer unas buenas fotos. La ocasión lo mereció: bailaban en un descampado en Honiara, con los cuerpos pintados con rayas blancas. Sin embargo, yo prefiero los bailes polinesios, siento que los de las Salomón eran menos divertidos; la música se tocaba con unas flautas circulares con muchos tubos, pero era como un tanto triste.

Jorge Sánchez el aventurero conocido por doquier

También conocí a una monja que se quería afiliar a la Asociación del Pacífico por esto de la historia, Mendaña y cosas de esas; quería escribir algo sobre ello y le interesaba la bibliografía que hubiera en español. Yo le entregué una Revista del Pacífico, librándome del peso correspondiente. Ella había escrito a Madrid a Cayetano Sánchez, del Archivo Franciscano y además, también había conocido a Jorge Sánchez ; que deja huella allá por donde va. Sánchez ha sacado un libro titulado Mi viaje por los archipiélagos del Pacífico, y en aquel momento me hubiera gustado comprarlo a mí también. Ya me habían hablado sobre él en Guam, en Ponapé y en Palaos, toda gente relacionada con la iglesia, aunque no creo que él fuera muy dado a las religiones. Me daba la sensación de que era un aventurero total. La vicecónsul honoraria en Guam, Mari Flor Herrero, me contó que una vez Jorge Sánchez se ocupó de descargarle un envío de vinos o de no sé qué, y con ese dinero se pudo comprar el billete para ir a Palaos. Me dijo que su libro no era muy bueno, pero ahí debía estar. En aquel momento parecía que andaba por Siberia.

Rubios con pelo rubio

Por cierto, que tanto en Vanuatu como en las Salomón hay un montón de niñitas y niñitos que son negros, pero que tienen el pelo rubio y rizado, algo precioso. No sé con exactitud el motivo, pero no es porque tengan algún antecedente europeo, es simplemente parte de los genes. También hay diferencia entre su color de piel, porque hay lugareños que son negros como el azabache, negros negros —los del norte de las Salomón—, mientras que otros son más marrones —los del sur del archipiélago—. Resulta interesante ver todas estas diferencias.

 

Nota: Textos creados a partir de cartas escritas en 1994.

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Bailes en Areare

Honiara

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