José Eugenio Borao, en su España-China 1927-1937, incluye una frase de Mao Zedong asegurando que los pueblos que comían comida picante eran revolucionarios, y citó a China, a México y a España. Dijo más ocurrencias de ese estilo, como que quien no pudiera aguantar comida del estilo del pimiento morrón sería incapaz de luchar y calificó a esta comida fruta como la del verdadero revolucionario. Después, un tal Rozin dijo que los mexicanos les gusta el picante por el sabor y por el calentamiento. Ahora Nadia Byrnes ha realizado experimentos y ha encontrado una correlación significativa entre gente que busca sensaciones fuertes y los que les gusta la comida picante. Un articulo de Honjie Wan,
Hot Peppers, Sichuan Cuisine and the Revolutions in Modern China,” ha ido un punto más allá, asegurando que si China resistió la invasión japonesa fue por la gran cantidad de sichuaneses que comandaron los ejércitos nacionalistas contra Japón. Asegura que la nueva ola de migración a Sichuan antes y después de la Guerra contra Japón en los 1930s ayudo al florecimiento de lo que es hoy la comida picante de esta provincia de unos 80 millones de habitantes. Wang asegura que ya esta provincia mostró su calentura contra la monarquía al caer en 1911 y que en esa provincia, “comer comida picante ha llegado a ser considerado como un indicativo de características personales tales como coraje, valor y aguante, todas ellas esenciales para un potencial revolucionario.” Yo solamente había escuchado que si una madre come mucho picante, el hijo sale nervioso. La hipótesis divierte, pero necesita más estudios