Florentino Rodao
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Se abre un nuevo camino para la Historia china
Jonathan Spence (Inglaterra, 1936) es para muchos el mejor especialista en la Historia de China. Profesor de la Universidad de Yale, ha escrito libros esenciales para entender el llamado País Central. Tanto ensayos como La Muerte de la Mujer Wang, El Continente del Gran Khan o manuales pensados para universitarios, como The Search of Modern China, quizás el más utilizado actualmente, que ha revisado en 1999.
Spence ha visitado España para pronunciar en Valladolid la conferencia inaugural del VI Congreso de la Asociación Española de Estudios del Pacífico, en colaboración con la Casa Asia de Barcelona. En compañía de su mujer, la historiadora Ahnping Chin, de quien esta enamorado como el primer día, pasó primero por Londres, en donde fue condecorado por el príncipe Carlos de Inglaterra para la Orden de San Miguel y San Jorge por sus “contribuciones a la Historia de China” y después visitó la familia de una alumna suya en Escocia. Su relación con sus alumnos de doctorado es muy intensa, como muchos de sus colegas, que no sólo hacen visitas de este tipo sino también dejar a sus alumnos en sus casas cuando se van de viaje. Conviene a todos; los alumnos disfrutan de sus bibliotecas y de unas residencias mejores, mientras los profesores prefieren dejar sus casas cuidadas.
La visita coincide con la aparición de su tercer libro traducido al castellano, El Palacio de la Memoria de Matteo Ricci (Tusquets), sobre los esfuerzos de este misionero jesuita por cristianizar China a partir de lo que entonces se percibía como un avance científico de primer magnitud, las construcciones mnemotécnicas para aumentar prodigiosamente la capacidad memoristica. Siendo Ricci el misionero que simboliza mejor los esfuerzos cristianos por asimilarse a la cultura china, el libro es un fascinante recorrido por el contacto cultural entre Occidente y China. Para algunos, incluida su mujer, es su mejor libro, aunque él se limita a asegurar que ha cuidado cada frase. Mimado, diríamos otros. Y con esta combinación, con tan buenos resultados, de sus facetas como investigador y como escritor empezamos la conversación.
P. Usted es de los pocos académicos que consigue tiradas masivas en sus libros, ¿cómo lo ha conseguido?
R. Mi primer libro fue con una editorial universitaria, que suelen tener tiradas pequeñas, pero el resto ha sido con editoriales comerciales. Incluso como joven profesor no podía comprender cómo porqué otros hacían su forma de escribir tan difícil, porque los aspectos más técnicos también pueden hacerse accesibles al público.
P. Hasta qué punto se ha preparado.
R. Edité una revista en Cambridge cuando era estudiante y eso me ayudo mucho a ser más conciso. También he trabajado duro y utilizo técnicas narrativas, como introducir el capítulo siguiente en los últimos párrafos del anterior. Por último, he explorado temas a través de los cuales un lector tipo pueda aprender sobre China.
P. ¿Quien es para usted ese lector tipo?
R. Una persona que desea leer en serio
P. ¿Y cuando encuentra tiempo para escribir?
R. Sólo lo hago durante lo semestres sabáticos. La Universidad permite un semestre sin enseñar por cada tres años; durante el resto del tiempo leo mucho, pero no escribo libros. Por otro lado, odio escribir directamente en ordenador, primero lo hago a mano porque pienso mejor antes de escribir.
P. Ha habido una polémica sobre si Marco Polo realmente visitó China, ¿qué cree sobre ello?
R. Marco Polo probablemente estuvo en China, pero no se puede asegurar. El que no creo estuviera allí es Fernão Mendes Pinto [el autor de la famosa obra Peregrinaçoes, en 1613]
P. No obstante, al contrario que Juan de Mandavila, de quien se pueden rastrear los textos que copió para su Libro de las Maravillas del Mundo, no se puede hacer lo mismo con Polo.
R. Si, este es el mejor argumento a favor de la veracidad de su estancia, pero también es verdad que su familia tenía una casa en el Mar Negro, por donde pasaban los comerciantes que venían de Asia. Allí pudo haber aprendido las cosas que luego contó. La verdad que, para los 17 años que vivió allí, debió haber aprendido más sobre China.
P. Los ibéricos fueron los primeros occidentales que llegaron a China, ¿fue importante ese encuentro por medio de Macao?
R. La contribución en general fue muy limitada y sólo se puede considerar importante en el caso de las armas de fuego. Los esclavos fugitivos de Macao, posiblemente en colaboración con piratas, sí que tuvieron un efecto militar importante en el ejército chino, al que ofrecieron también una visión más amplia del mundo. Se les llamaba la gente negra.
P. ¿Y con Manila?
R. La masacre de chinos de 1603 allí fue la primera que han vivido los chinos en el exterior, y eso creó una imagen muy negativa. Se vio como un ejemplo muy peligroso para otros emigrantes.
P. ¿Hay ahora algún campo en la investigación histórica que sea especialmente candente ante los cambios que se avecinan en China?
R. Si, los abogados. El Partido Comunista Chino no los acepta oficialmente porque no quiere interferencias al aplicar el código penal y el resto de leyes. Para ello se basaba también en la aparente ausencia de abogados en la Historia de China. Pero ahora que los abogados empiezan a ser reconocidos de una forma muy vaga, también se está descubriendo que, si bien los textos clásicos chinos no los mencionan explícitamente, existían. Todo ello supone plantearse una reelaboración de la forma de ejercer la Justicia.
P. ¿Qué ejemplos se observan?
Por supuesto, la experiencia del resto de países, el estudio comparado de las leyes es fundamental. La Universidad de Yale está ayudando, con un centro dedicado a ello y programas de formación legal para abogados chinos. Pero también se intenta buscar cómo funcionaba la justicia en el período Ching (1644-1911), que está ofreciendo referencias cada vez más clara sobre cómo se buscaban mediadores que ayudaban a defender los derechos de cada uno ante las autoridades. Las mujeres los utilizaban mucho, sobretodo las viudas para defender sus propiedades.
P. ¿Y que se está aprendiendo de otros territorios chinos?
R. Singapur y Hong Kong son ejemplos importantes, pero también Taiwán, que ha sido muy útil para poner en marcha avances de carácter económicos, como las zonas económicas especiales o las inversiones exteriores.
P. Excavaciones recientes sugieren que existió realmente una de las dinastías chinas que antes se creían imaginarias.¿Qué opina?
R. Parece que la Dinastía Xia (hacia el año 2000 a.C.) podría ser el período más temprano en que se puede identificar una “sociedad china”, pero la evidencia es aún muy vaga. Además, esta muy mezclado con el nacionalismo y es muy controvertido.
P. Quizás otras ciencias podrían ayudar.
R. El descubrimiento reciente que más nos fascina ahora son los cientos de tablillas de bambú del siglo III d.C., encontradas en tumbas y mantenidas en su estado original gracias a unas inundaciones que las sellaron al vacío. Sus textos hablan de todo, son filosóficos, legales, etc, y están escritos en una escritura china temprana que no se conoce en su totalidad. Esos textos tienen que ser descifrados con la ayuda de la Filología y de otras ciencias, y serán claves para conocer la China anterior a esa fecha. Es de suponer que, también, sobre la dinastía Xia.
P. ¿Y sobre algo más cercano pero cuya documentación es también muy escasa, como es la historia del partido Comunista Chino?
R. Esta aún prohibido el acceso a sus archivos, pero hay gente que lo está consiguiendo por diversos medios. De ahí y de otros archivos que están siendo accesibles se está conociendo la cantidad de revolucionarios y modernizadores que optaron por no seguir los mandatos de la dirección comunista, como en la Larga Marcha (1934-35), y que han quedado marginadas de la Historia.
P. ¿Se sigue considerando el estallido de la Revolución Cultural en 1966 como una lucha de poder?.
R. Básicamente, sí, pero hay más matizaciones. Se esta viendo que hubo obreros en fábricas que, en sus intentos de conseguir mejores salarios, se proclamaban revolucionarios, lo que hizo creer a la dirección en Beijing que había una fuerte agitación.
Seguro que habrá nuevas aportaciones para conocer un país que siempre ha causado seducido a Occidente, mucho más que la India. Es difícil de saber porqué, pero libros como los de Spence nos ayudan a penetrar en este país, en buena parte porque son tan fascinantes como el país que describen.