“Japón se hunde,” una serie de Netflix reinterpretando un viejo bestseller basado en la permanente temor por el futuro de Japón con una familia internacional.
El cine no está ofreciendo expectativas idílicas de los Juegos. Tokyo Vampire Hotel (2017) de Sono Shion, dibuja un Tokio estancado tras los juegos necesitado de promesas electoralistas habitantes. Otra de las más premiadas, Wilderness (El Yermo, 2017) de Kishi Yoshiyuki empieza con un estudiante que se suicida con explosivos en medio de la estación de Shinjuku” y Shiraishi Kazuya, en A Gambler’s Odyssey 2020 (2019), retrata unos juegos que no se han realizado por una guerra mundial que han cancelado los Juegos como en el año 1940.
No está gustando mucho en las autoridades tanta distopia, siquiera sea en la ficción. La Dieta hizo algo inaudito con esta última, porque llamó a Shiraishi para que mostrara la película por adelantado y prohibió las proyecciones para la prensa antes de que se mostrara oficialmente
En realidad, en buena parte son adaptaciones de antiguos éxitos. La película de Kazuya es una reinterpretación de una serie de novelas famosas, Mahjong hōrōki (1969–72), sobre los viajes de un jugador compulsivo por Japón recién derrotado por Estados Unidos. Y, en especial, la serie de Netflix, Japón se hunde. La obra de Sakyo Komatsu originaria, Nihon Chinbotsu, se refería a la emigración de todos los nipones a otro planeta, aunque al final sólo de forma temporal, porque un descendiente regresaba, comprobaba que seguía existiendo vida en la Tierra y el resto de la humanidad también podía regresar.
La predicción de un período glacial en el mundo y la crisis de 1973, coincidiendo con la salida de la obra, magnificaron su impacto. Y esa trama del Japón acosado definitivamente por la naturaleza, de hecho, ha permanecido entre los japoneses, como muestran una nueva película y la serie de Netflix. En 2020, el contexto vuelve a adaptarse. Durante la preparación de los Juegos Olímpicos, varios terremotos consecutivos provocan ese hundimiento. Pero en este caso los personajes muestran un contexto internacional evidente. La directora del estudio de animación (Monos de Ciencia) es coreana; y en la ficción la madre es filipina y uno de los hijos sueña con vivir en Estonia y escribe y habla con sus amigos en inglés.
Aunque la actualización de Japón se hunde en 2020 vuelve a tener un final positivo con el regreso de la película, el cine se ha convertido en una contranarrativa de los Juegos, como lo define Jan Lukas Kuhn. El público tiene unas querencias a la violencia y a la muerte, pero sobre todo delata un país vulnerable.