Fuimos a visitar la ciudad de Shin-chan, Kasukabe, en la prefectura de Saitama. No hay nada que le recuerde y apenas encontramos una tienda en un pequeño centro comercial: nos salvó la prevista compra de souvenirs. 

Shin-chan es uno de los ejemplos del cambio del papel de Japón desde el comienzo de la época Heisei, en 1989. Si Japón comenzó siendo una potencia industrial y después los principales beneficios fueron a raíz de las inversiones, la cultura ha dado un nuevo salto cualitativo que le permite atraer a públicos muy diversos. Abarca desde los tradicional a lo más vanguardista, desde el teatro para iniciados a los mangas más populares, de la moda ganguro a los desfiles de kimonos de Jotaro Saito. Su cultura pop esta enfocada a la hibridez, diluyendo lo japones en un universo donde el mercado manda, pero sin perder su originalidad ni la búsqueda de temas amplios. Si antes hubo una distinción clara entre lo japonés y lo foráneo, ahora está diluida en unas percepciones de Japón cada vez más difusas.

El Manga es el ejemplo evidente de la conversión de Japón en una potencia cultural. Tras los éxitos de los años setenta, como Heidi,  Marco o Mazinger-Z (creado por Nagai Gō y estrenado en 1972 en Fuji TV), en los años ochenta predominaron las coproducciones animadas. En el inicio de la era Heisei, en la década de los noventa, las exportaciones de manga japoneses al resto del mundo estallaron, seguidas por las exposiciones, fanzines, fiestas y cosplays varios. Pero además la exportación de la cultura japonesa se convirtió en política de Estado: se debía ir más allá de la promoción del kabuki o del ikebana. Con el nuevo siglo y la llegada del «Cool Japan», alrededor de 2005, Japón empezó a exportar productos culturales masivos para jóvenes, y se han nombrado como embajadores a Doraemon y a Shin-chan, Naruto o Goku. Tienen sus diferencias generacionales, porque junto a Atom boy están otros más recientes como Jibanyan de Yokai Watch y las Maho Girls de Precure. También hay personajes de shonen y de shojo.

Gracias a ello, muchos jóvenes consideran a los japoneses como gente creativa, al contrario que sus padres. Y ahora predominan las importaciones industriales. Y Kasukabe, de hecho, es más conocida entre los japoneses por los silos gigantescos bajo el nivel de los ríos, altos como catedrales, preparados para almacenar agua y evitar una posible inundación con las aguas del rio Sumida. Es posible realizar visitas turísticas.

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