Marie Kondo, en uno de los ejemplos de una habitación “danshari”, en la que solo se tiene lo justo
El coronavirus cambiara, como en todo el mundo, las formas de trabajo con nuevas formas de relación con el entorno laboral y la empresa. Pero durante las semanas de confinamiento se ha visto que muchos japoneses se han dedicado a limpiar la casa de artículos superfluos y las compañías dedicadas a sacar objetos grandes de las viviendas han estado especialmente ocupadas. Muebles antiguos, maletas o cuberterías sin usar han salido de las casas aprovechando el tiempo libro. Aunque se ha reducido la basura de oficinas en una cuarta parte, han aumentado la basura de las casas como producto de esas limpiezas a fondo de un 50% de los confinados, la actividad más novedosa durante el tiempo en casa.
Hideko Yamashita, autora del libro ‘Dan-sha-ri: ordena tu vida (2016). El nombre de este método danshari (断捨離) tiene de las palabras japonesas ‘dan’ (rechazar las cosas innecesarias), ‘sha’ (deshacerse de las cosas inútiles que uno posee) y ‘ri’ (detectar el deseo insano por las cosas innecesarias).
El danshari perdudará más allá de la pandemia. Puede que se aplique al estilo de trabajo, porque la gente decidirá dejar de tener encuentros cara a cara con mucha agenda y sin una agenda clara; tendrá que descartar formularios de papel para rellenar y aprobar e incluso dejar de contratar nuevos graduados, como señala la profesora de la Universidad de Hitotsubashi, Yoko Ishikura. Y quizás, puestos a librarse de las imitaciones, quizás también acabe con Marie Kondo. El concepto fue introducido por un instructor de Yoga, Mashiro Oki, y en 2016 el concepto fue popularizado por Hideko Yamashita cuyo libro vendió más de cuatro millones de ejemplares con múltiples traducciones, incluido el español.
Danshari o Marie Kondo, llámese como sea, representan una clara tendencia a los valores tradicionales que ya se está viendo en Japón de formas muy diversas, como el movimiento en favor de los caseríos tradicionales, minka, que están desapareciendo en Japón a pasos agigantados. La consecuencia principal es la restauración y reutilización de esos viejos caserones por motivos que van más allá de la simple estética, sino de un diseño sostenible, de la integración con el medio, de un uso cuidadoso de los recursos para preparar un futuro más sostenible e, incluso, más bello.