La foto es un campo de labranza por el que pasaba todos los días durante el año que vivía en el barrio de Mitaka. El olor a estiércol al pasar por ese campo me recordaba al pueblo de mi padre (Armuña, en Segovia), y no entendía muy bien de dónde venía hasta que el dueño vendió el terreno y pude comprobar que el interior de la caseta había estado lleno de gallinas -especialmente silenciosas. Es muy frecuente ver huertos entre medias de zonas residenciales, el gobierno ha dado ventajas fiscales a los agricultores que han querido mantenerlos.
Mitaka, donde viven en torno al millón de personas, es la zona típica donde residen muchos tokiotas, parte de la conurbación en la que viven en torno a 40 millones de personas, pero dentro del perímetro de Tokio-to, de hecho mi teléfono empezaba con un 03. En torno a los dos tercios de los tokiotas viven en casas unifamiliares con pequeños jardines, y alquilé con un amigo holandés un pequeño apartamento que era parte de la segunda planta de una casa familiar. Me encantaba poder mirar a lo largo a pesar de vivir en un segundo piso y el trino de los pájaros de los jardines vecinos fue lo que nos hizo decidirnos por ese apartamento de forma inmediata.
Como se puede comprobar, las mayorías de las casas son de dos pisos (aunque se ha permitido que se eleven hasta tres) y hay algunos edificios de apartamentos cerca de la estación. Fue el año que viví como un japonés y entre japoneses, a veces pedía comida a un restaurante cercano y el bol precioso en el que traían la comida bastaba con dejarlo a la puerta cuando se acababa: nadie se lo llevaba. Son las casas típicas con pequeños jardines donde viven los japoneses normales, a veces con espacio para aparcar el coche, y a veces con jardines tan pequeños que obligan a alquilar un aparcamiento cerca.
La foto sirve para explicar las dificultades de Japón ante el COVID. Porque la extensión en la que viven los tokiotas es muy amplia, es fácil que viajen diariamente 40 o 50 kilómetros en trenes y pueden hacerlo rápidamente, gracias a trenes rápidos paran en muy pocas estaciones hasta llegar al centro. Eso no ocurre en España, donde los trenes de metro paran en todas las estaciones: son los kakueki, que en Japón no sólo van más lentos sino que además tardan una eternidad, porque han de esperar a que les adelanten los rápidos. Aunque es posible conseguir asiento, a cualquier hora, algo casi imposible en los trenes rápidos, expresos y demás, que van llenos. Son los de las fotos famosas, con los pasajeros de las horas punta empujados por los empleados. A mi sólo me empujaron una vez; tuve suerte que los horarios de la universidad no coinciden con las congestiones. Entre una estación y otra, pueden pasar diez minutos sin poder moverse.
Frente a la congestión diaria, hay pocas alternativas. Las estaciones son nodos que estructuran la vida de los barrios y el mapa de las calles. No hay espacio para ir en coche y la bicicleta no es opción para distancias tan largas. Se usa para llegar a la estación y, si son eléctricas pueden servir para distancias más largas, pero no para llegar a la gran ciudad. Las mascarillas son la única opción para aliviar los contagios.