Foto: una de las múltiples fiestas de los alumnos en los comedores de la universidad, aprovechando que sus compañeros estaban cenando, en la Universidad de Tokio de Estudios Extranjeros (TUFS), o Gaigodai, como se suele llamar en japonés.
Los japoneses miran al extranjero para aprender, y las universidades son una muestra de ello. La Gaigodai es el caso más extremo, con un total de 26 lenguas y culturas diferentes, pero además hay otras más en la zona de Kansai, la de Osaka (OUSFS), pública, con estudios en nueve lenguas, la de Kobe, en cuatro, y de Kioto (KUFS) en otros cuatro, además de un programa con las lenguas del Sudeste de Asia. Por supuesto, la cultura forma parte de ese acercamiento. Incitado por el gobierno, la TUFS organiza anualmente el Gaigosai, en el que los recién llegados cocinan comida de los países en los que se quieren especializar y los que llevan más tiempo representan obras de teatro en la lengua que estudian, los gogeki, a veces incluso traducidos por ellos mismos. Los grupos hawai’ianos son un ejemplo famoso, incitados por el éxito de la película Hula girls (2006), sobre la reconversión de una zona carbonífera a fines de los años sesenta en parque temáticos, gracias al esfuerzo entusiasta de una chicas enamoradas del hula hula. En una boda, es normal que se invite a un profesor o que actúe un grupo de la propia universidad.
La vida en la universidad es mucho más intensa, como en tantos otros países del mundo. Las bibliotecas son el lugar donde sus estudiantes pasan el día, no sólo asistiendo a clases, sino también estudiando en la biblioteca o divirtiéndose en los clubes, para lo que hay un día previo al comienzo de las clases, cuando cada quien decide el o los grupos que prefiere. No ocurre en España, en donde los alumnos apenas suelen ir a las clases y prefieren jugar a las cartas o charlar en el césped cuando hay tiempo libre. La vida de las asociaciones es escasa, y muchas son de carácter político.
El papel tan diferente de la universidad española por impulsar la internacionalización es evidente es evidente en el conocimiento mutuo. En Japón, el español no solo se enseña en multitud de universidades, sino que hay 13 departamentos de español, seguidos de cientos de miles de alumnos en academias e incluso en clases diarias en la televisión oficial, la NHK. Y por supuesto, no solo hay clubes y bailarines y bailores de flamenco, sino también de la gaita asturiana o de cualquier otra actividad cultural. En España, más allá de la Escuela Oficial de Idiomas y algunas academias, apenas hay unos dos departamentos de estudios asiáticos, por supuesto sin clubes de bailes o para obras teatrales. Los japoneses tienden a utilizar en España la palabra kataomoi (Un hombro es más pesado que el otro) para reiterar que hay muchos más japoneses hispanoparlantes que al revés.
Los mismo ocurre con tantas otras culturas. Cuando lleguen gentes de todo el mundo a Japón durante los Juegos, siempre habrá japoneses que hablen en su propio idioma. Y que conozca su cultura. Es otra forma de aprovechar las Olimpiadas.