1990 Ponape. Mis sueños de historiador

Ponapé, el preludio del 98 con Estados Unidos

Pohnpei, Ponapé en castellano, era la isla de mis sueños. Aproveché un congreso en Guam y con un dinero que me presto José Luis porras y que le devolvieron en España pude hacer una escapada a Ponapé. Tras el artículo publicado el año anterior: “Conflictos con Estados Unidos en Ponapé: preludio para 1898”, tenía la isla en la cabeza y quería ver esa capital donde me imaginaba solitaria a la guarnición española y ese pueblo rebelde Metalanim. En 1887 una rebelión acabó con una buena parte del destacamento enviado desde Filipinas: el gobernador español, Posadillo, tres oficiales españoles, 75 soldados filipinos y seis monjes capuchinos. Además, era justo el centenario de la segunda masacre. España después mandó otra expedición con 700 soldados y un nuevo gobernador, Luis Cadarso y Rey y aun así, en 1890, se cometió una nueva masacre de treinta soldados. Tampoco fue castigada, parece que no había suficientes soldados y pidieron refuerzos, pero no llegaron y desde entonces la guarnición española se limitó a evitar problemas. mientras que Madrid acabó indemnizando a Estados Unidos por un misionero metodista. Durante una década, Ponapé figuraba en los mapas como territorio español, pero lo era solo de forma virtual, y aunque se ocultó en la prensa, los nacionalistas filipinos lo supieron bien, tal como se puede ver en su principal periódico, La Solidaridad Filipina, editado en Madrid y Barcelona.

Ponapé, más allá del 98

Además, la ligazón con España sobrepasaba el 98 porque hay presencia en el siglo XX. Ponapé, como casi todo el imperio español en el Pacifico, había pasado a pertenecer al imperio alemán, con sus misioneros propios y cuando llegaron los japoneses tras la I Guerra Mundial, Tokio pidió al Papa que enviara misioneros para la población católica. Nadie  quería ir a un sitio tan alejado y la solución llegó con esa cláusula adicional de los jesuitas de obediencia al  Papa, que no pudieron rechazar la asignación, tal como me señaló el Padre Bizcarra. Antes de la guerra mundial, en torno a ciento cincuenta misioneros vivían en la micronesia española, incluyendo una buena parte de Merdedarias de Berriz, de alguna manera  la contraparte religiosa de los jesuitas, aunque entre ellas tenían puntos de vista diferentes cuando se lo pregunté en Saipán. Estaba intentando localizar alguno; llevé a la embajada una lista de españoles residentes en Japón de 1937, me dieron el teléfono de cinco y luego, por medio de una monja en Ponapé, localicé otra más en Saipán. Pero en Ponapé tenía caza mayor, porque residía Paulino Cantero, el único oceaniano que residió en España durante la Guerra del Pacífico. Aparecía en una situación rara en la documentación de espionaje americano, porque ni era japones, por tanto enemigo, ni dejaba de serlo. Pero ahí quedó la emoción, ya que su deterioro cognitivo apenas le permitió saludarme y hablar alguna palabra de español; me entendió, pero no construyó ninguna frase, y de hecho falleció a los pocos meses.

Nan Madol, la civilización inesperada

Además, los restos de Nan Madol, el poster que preside mi despacho en la Complutense y el de Max Quanchi en la Universidad del Pacifico Sur, como pude comprobar allí). Nan Madol es la capital de una dinastía que empezó hacia los siglos VIII y IX, que inició las construcciones megalíticas hacia el año 1200 y que vivió su esplendor hace cinco-seis siglos. La zona cubre 18 km2, parte está en la propia isla de Pohnpei y parte en islotes aledaños, con la gente moviéndose por medio de canales, lo que ha llevado al obvio nombre de La Venecia del pacífico. El sector funerario, por ejemplo, son 58 islotes en el área noreste, pero hay otros dedicados a construcción de canoas, a preparación de alimentos o aceite de coco. Las piedras fueron transportadas hasta allí, aparentemente desde canteras en otras zonas de la isla, aunque no se sabe bien cómo. Lo más curioso es que las tradiciones orales y lo que han descubierto los arqueólogos coincide casi de forma total, pero no se cómo se podría casar con las leyendas que aseguran que las piedras llegaron volando por medio de la magia negra. En el caso de la isla de Pascua, las leyendas decían que los Moai llegaron andando y efectivamente, se ha comprobado que los trasladaron empujando con cuerdas primero unos por un lado y luego otros por el otro.

Incluyo dos fotos navegando, lo que permite entender lo grandioso de la ciudad

Caminando, por las ruinaspor su parte, permite contactar con los lugareños, que también pasan entre sus ruinas los momentos de diversión

Mientras se visita la zona, además, es posible contactar con los lugareños, que también pasan entre sus ruinas los momentos de diversión.

Emoción mantenida hasta Filomena

En definitiva, la emoción era total. Así, en cuando monté en Guam decidí escribir una carta, y como no tenía papel, utilicé las bolsas para vomitar del avión, y luego cualquier hoja en blanco, como los papeles de la inmigración. Me ha servido para lograr que mi hijo se interesara en leerlas en medio de Filomena.

Restos españoles sin aliciente

Por supuesto, lo primero que hice en Kolonia fue visitar la llamada “muralla española,” pero la verdad que tampoco emociona mucho. El folleto turístico dice que se construyó ras la rebelión de 19887 abarcando la residencia del gobernador, el hospital, la estructura administrativa y unas barracas, ero a mi me dijeron gente conocedora que los misioneros españoles los que la construyeron durante el período alemán. No encontré nada que se pudiera decir que era un resto de esa década perdida, y nunca mejor dicho. Ni siquiera esa sepultura masiva de la rebelión de los sokehs, porque fue contra los alemanes.

Esta allí la Iglesia construida por los alemanes, Nuestra Señora de la Merced. La iglesia católica la noté algo desangelada en relación con las de Guam, había un altar con un texto que no identifico, sohpeisang nsehomw rong rongamwahu y sobre todo una virgen menos adornada que en Guam

Había un cementerio de padres, hice fotos de la tumba del hermano Paulino Cobo, SJ, que parece nacido en el siglo XIX y fallecido en 1971 y del hermano Gregorio Oroquieta, 1873—1979. Aparece un Deacon Selerinho Selestino, 1928-197-

Vuelta a Sur

La visita, de cualquier forma, tuvo más alicientes, incluidos los históricos y ése vuelco en el interés comenzó desde el mismo de bajar, el golpe fue brutal, porque me había olvidado de lo que entonces se llamaba “Tercer Mundo”. Últimamente había estado en España, luego Alemania, Londres y en Japón y Guam, que al fin y al cabo es Estados Unidos, y de repente ahí estaba el Sur, con su pobreza, con su encanto y con sus imprevistos.  Dicen que es la isla más bonita del Pacifico y puede que sea verdad, solo me faltó irme un día de buceo. Había quedado con un pescador que me pasara a buscar, pero resultó que se le murió un familiar y tenía que ir a un funeral y por eso me fui de la isla ese mismo día. Un chasco, me había comprado una cámara para hacer fotos debajo del agua. Quería haber visto también un baile cultural de las islas, pero como no hay turistas, se hace solo por encargo.  Y no me lo podían hacer rápidamente porque había que ir a buscar a la gente a la aldea.

Viajar con un aldeano

La solución fue alquilar un coche, aunque el del alquiler me tuvo que enseñar a conducir sin cambios. La única otra opción era un taxi: no hay autobuses. Me decidí a ir a la otra punta de la isla, unos veintitantos kilómetros, pero en el camino conseguí compañía. Le pregunté a un aldeano analfabeto dónde estaba no-se-qué sitio, me lo indicó y como le dije si quería que le llevara a casa, se montó. Y al llegar a su casa me dijo que continuara, que se venía conmigo. Fue una compañía muy agradable, él iba con su machete ese largo de cortar plantas por la selva y yo paraba de vez en cuando a hacer fotos. Entre su ponapeano y mi inglés apenas había puntos en común, pero en un momento que paré a hacer unas fotos dijo: ¡¡Spain, Spain!! indicándome una iglesia abandonada preciosa en un promontorio. Yo le decía “¿German? ¿German?”.   Por el periodo alemán, pero el insistió que no, y luego me enteré que fue levantada por unos misioneros españoles, pero durante el período japonés.

Alumno del misionero español

Precisamente viendo la Muralla española fue cuando conocí un isleño que quería enseñarme algo de España. La verdad que dudé, no sé si por la faceta académica o por la turística. Me llevó a la tumba de su maestro, al que parece que le llamaba Padre Kasarawien (a Oscar Lujan Calvo se le llamaba Pale Scot), donde consta: “Padre Quirino Fernández SJ. Ipwidi.  Kasarawien Padre, March 22, 1990. July 27/1932, Sipalla (España?), November 21, 1960.” No me explicó tanta fecha, puede que la primera sea su nacimiento, la segunda su llegada a Pohnpei y la ultima su muerto, sobre la que me contó       que fue en el mar.  Fue un nuevo subidón, incrementado por la conversación; fue el quien me dijo la frase que parece más extendida sobre la presencia hispana: “los españoles nos enseñaron a rezar, los alemanes a plantar cocoteros, los japoneses a pescar y los americanos a ser soldados”, que ya publiqué en la Revista del Pacifico.

Marcha y gorroneo

La marcha ponapeana muy bien para los 20.000 habitantes, en general menos bellos pero más delgados que los de Guam. Por la noche salí de picos pardos con un polinesio de la aldea de Kapingamarangi que se parecía a Bob Marley, nos enrollamos a bailar con dos chicas y conocimos todos los garitos de la isla. Incluso, estuvimos bailando en un sitio con una orquesta de filipinos. Pero un poco gorrones, pagué la entrada a la discoteca, y todas las cervezas; incluso cuando ya no podía más, ellos pedían y yo seguía pagando. Una, incluso se compró un paquete de tabaco a mi cargo, y noté que pidió prestado un mechero que no devolvió. Yo estaba en una cabaña del Hotel Pohnpei con una vista de las rocas Sokeh, donde hubo la siguiente rebelión isleña, esta vez contra los alemanes. Y como se vinieron y no hacían más que pedir, en cuanto me imaginé que iban a pedir otra cerveza, les dije que estaba cansado y me retiré a mis aposentos. En fin, ayudando a que sean felices. Lo majos que son, eso sí, gorroncetes -pero no chorizos

Cascada Kepirohi

El momento de más adrenalina fue al ver una cascada muy bonita, la Kepirohi (no la Lidudupniap). Estaba ya solo y aparqué el coche, pero después la cascada ni era tan cerca ni era tan seguro el camino. Subí yo solo como 15 minutos para ver la cascada y pensando, como me pierda, no sé qué hacer. Una vez llegado, hice las fotos pertinentes, pero pronto me di cuenta que solo podía ver una tercera parte, como 10 metros, por culpa de un árbol que me obligaba a cruzar un arroyo. Me cargué la bolsa con la maquina al hombro, crucé el arroyo y pude tomar unas fotos preciosas. Y cuando a la vuelta salí del peligro y de la tierra resbaladiza sin haberme caído y controlado el peligro, pegué un grito de alegría. No era lugar para tener un accidente

Kapingamarangi

Posteriormente, lo que mas he utilizado de este viaje ha sido la visita a la gente de Kapingamarangi, al oeste de Kolonia, y no por el recepcionista con el que salí de marcha, sino porque es una de las islas que podrían ser españolas en Oceanía.

PATS

El gran orgullo de la isla es PATS, el edificio de tres pantas desarrollado durante la administración alemana como una estación agrícola experimental. Los japoneses la expandieron y añadieron una estación meteorológica. Fue uno de los pocos edificios que quedó sin destríos en la guerra y se sigue llevando a cabo investigación agrícola aunque el edifico antiguo fue abandonado y ahora lo que hay es un Jardín Botánico. Mas importante, al lado está también la Joy Island, uno de los principales sitios de buceo, y sobre todo es una zona de manglares preciosa donde me entretuve fotografiando la soledad vulnerable de  una lagartija, el gecko, sobre unos cocoteros.

Palikir, capital

Lo ultimo como historiador fue visitar Palikir, una capital recién construida, algo así como ha ocurrido en 2006 con Naypyidó, otra zona vacía designada como la capital administrativa de Myanmar. Parece que Pohnpei era la isla con más terrenos libres y se le ha escogido como la sede del Parlamento, pero la impresión que daba es de una urbanización desierta de la crisis del ladrillo. Ha funcionado perfecto cuando he hecho una pregunta a wikipedios varios sabiendo que no sabrían que decir.

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