Bobby, el fiero perro en la guerra civil

Embajada de España en Tokio, en pleno verano de 2001, después de comer con el embajador Juan Leña. Me propuso pasear por el jardín de la legación porque había visto una lápida en una zona con mucha vegetación. Hacía tanto calor y tanta humedad que su mujer, Carmen,  se quedó fuera por la cantidad de mosquitos. Allí estaba esa lápida escondida entre tanta planta, de hecho tuve que utilizar flash, y ponía «Bobby. 1938». Me encendió las luces ese texto, porque la guerra civil española también tuvo su capítulo en Japón. Los diplomáticos se pusieron del lado de Franco mientras que Tokio reconoció la República, que nombró como su representante a José Luis Álvarez Taladriz, un profesor de español. Ese profesor metido en batallas políticas hizo varios intentos por entrar, pero fueron fallidos. En parte porque el diplomático nipón, un hijo de la poeta Yosano Akiko, se paraba en la puerta, porque no podía actuar más allá. En parte porque el diplomático que se resistía a entregar el edificio, Francisco José del Castillo recibió ayuda, por un lado dinero, prestado de los agustinos en China y por otro apoyo indirecto, porque la legación italiana le permitió guardar los muebles y limitar el valor de lo que se quedara la República si el edificio pasara a ser suyo.  Y en parte por culpa de un «perro fiero», como me expresó por teléfono el propio Álvarez Taladriz al entrevistarle. Era la tumba de ¡¡Bobby!! El propio Álvarez Taladriz me dijo también que el embajador de Turquía le dio una pistola con la que pudo haber matado a Bobby, pero que nunca se atrevió a hacerlo. Eso fue lo que escribí en la tesis doctoral en 1993.

La fecha de la placa sugiere más datos. Indica que Bobby murió cuando Japón ya había reconocido al gobierno de Franco, en diciembre de 1937. Parece que le hicieron esa tumba en honor a sus servicios, aunque no cuadra que su fiereza se diluyera en tan poco tiempo. Yo pienso que fue por la salida de Del Castillo, que hizo algunos intentos sucios por quedarse en la legación y evitar que fuera nombrado Santiago Méndez de Vigo y Méndez de Vigo, tío del antiguo portavoz del gobierno. Unos amigos suyos misioneros escribieron varias cartas aparentemente indignadas porque Méndez de Vigo se había casado con Vicky, una mujer muy joven y con una vida poco decorosa. De hecho, uno salió un día y al día siguiente llegó el otro.

De cualquier forma, ese reconocimiento postrero sobrevivió a los precios astronómicos de los tiempos de la burbuja. Pero ya ha desaparecido. El chucho y su contribución a «la causa» no sobrevivieron a la burbuja española posterior al Euro, que llevaron a acometer unas obras en 2005. Sí se salvó la placa de metal de la Falange Española en Japón.

 

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