Las cuentas no pueden cuadrar si se cuentan los factores. A la cantidad de población se une la dificultad de construir edificios de más de dos plantas por los terremotos y la necesidad de tener un jardín, aunque sea ínfimo. Además, por eso de los terremotos, las casas han sido de dos plantas como mucho y un pequeño jardín. Sólo recientemente se pasa a vivir en pisos, localizados muchos de ellos en las tierras ganadas al mar, en las antiguas islas que, tras haberse llenado completamente con basura, han pasado a ser habitadas. Eso lleva a que las distancias a recorrer sean necesariamente largas, hora y media de media en Tokio, según las estadísticas. Para que eso sea soportable diariamente, se necesitan que todos cumplan una serie de condiciones. No oler el sobaco del vecino, no ser molestado por quien está leyendo el periódico, que cada uno ocupe el menor espacio posible, que no sean excesivas las personas que se cuelen, no recibir golpes dolorosos por una cartera con aristas no flexibles, poder dejar algo en los estantes de arriba de los asientos y que siga al final del trayecto, no ser pisado, no ser robado y no ser tocado en el culo de forma inopinada. Son condiciones que se cumplen: el personal va bien duchado, se leen sobretodo libros de tamaño bolsillo que apenas necesitan espacio para abrirse, casi nadie espatarra sus piernas en los asientos.
Fuente ilustración: Illustrated “Salaryman” in Japan (Japan Travel Bureau,m 1991) p. 20