Lo tienen, pero nadie lo usa en Japón. Las direcciones aparecen con el nombre del barrio y un mínimo de tres números, cubriendo el primero una zona, el “chome”, el segundo una manzana, el “ban”, y el tercero, la casa de cada uno. Después, si hay pisos, el número de apartamento. La descripción va de lo más grande a lo más pequeño y, así, saber el nombre resulta superfluo. Los japoneses apenas suelen conocer los nombres de las calles grandes y de las autovías, que normalmente fueron construidas en los cauces de los antiguos canales, y la referencia usada es la estación más cercana. Lo más complicado, no obstante, es localizar los números, porque la numeración es según se ha urbanizado una manzana o se ha construido una casa. Las farolas de las calles siempre indican la situación, pero los números unas veces son correlativos y otras no. Para localizar el número del “chome” y el “ban” hay mapas grandes, y para hacerlo de la casa de cada uno otros más pequeños, que incidan quién posee cada palmo de terreno. Eso en teoría, porque se puede estar media hora de reloj buscando una casa dentro de una manzana sin que nadie sepa sobre el número en cuestión y sin mapa con el que guiarse. Para solucionarlo, los fax han tenido mucha más venta en Japón, muy útiles para mostrar el camino a los invitados desde la estación de tren, o ahora los GPS, para ir en coche. Tiene una lógica distinta, pero funciona. Como tantas cosas en Japón.
http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/2002/06/16/pagina-68/33973522/pdf.html