La enemistad entre japoneses y rusos

La enemistad entre rusos y japoneses viene de largo. La triple intervención de 1895, la guerra ruso-japonesa de 1904-05, la batalla de Nomonhan de 1939 (cerca de 30.000 muertos), la apertura de hostilidades en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial y, desde entonces, incapaces de firmar una paz. Las tensiones entre vecinos son normales, pero resulta difícil explicar el grado tan extremo al que llegan y que, tras más de medio siglo, los dos países no hayan sido capaces de solventar la posesión de unos islotes, las Kuriles. Es más que una animadversión política. En Japón se ve desde el prisma racial. Esa triple intervención a raíz de la cual tuvieron que devolver el territorio que los chinos ya les habían entregado en las negociaciones de paz se entendió como discriminatoria: a nosotros se nos prohíbe lo que autorizan a los imperios “blancos”. Rusia ha despreciado repetidamente a sus vecinos. En 1904 les llamaron despectivamente “monitos amarillos” y posteriormente, tras vencer en la Segunda Guerra Mundial, Stalin sólo pensó en Japón para sacar concesiones en Europa. Ese sentimiento de superioridad ruso permanece, pero no hay muchos clavos a los que agarrarse. Los abuelos despidiendo a chicas jóvenes rusas en los vuelos de Moscú a Tokio son una prueba de los sapos que han de tragarse cuando falta el dinero. Y ahora, la derrota en el Mundial. Mucho ir de raza superior, pero los japoneses se les han saltado a la chepa.

http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/2002/06/11/pagina-54/33997036/pdf.html

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