Hospitalidad de otros mundos

Hinchas apoyando al equipo que les han asignado, recibimientos con bailes, pancartas en la lengua propia de cada país, gritos de apoyo por parte de seguidores de alquiler. Es lo que consideran que es hospitalidad hacia los invitados. Lo hacen a quien entra a trabajar en una empresa, siquiera sea por poco tiempo. Los alumnos recién llegados tienen un “sempai”: otro alumno de un curso superior para que les ayude en la multitud de problemas pequeños del inexperto. Con los extranjeros, esta norma se agiganta. Es difícil estar unos minutos ante un plano de trenes sin que alguien se acerque a ayudar. En cuanto pronuncia dos palabras, surgen los parabienes y las exclamaciones sobre lo bien que habla el idioma. A un profesor visitante español, la universidad le organizó bienvenidas, encuentros, despedidas y un viaje turístico acompañado por otro profesor. Yo lo prefiero, aunque en ocasiones parezcan bobaliconerías. A mi profesor, cuando vino a dar un curso, el responsable no le dijo más que hola y adiós. Y a los turistas les tratamos a batacazos. España supone el 29% de las denuncias de japoneses en todo el mundo. Mientras que nosotros aprendemos “arigato” o “anyo haseyo”, ellos tienen que decir “comisaría”.

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